Tempus fugit
Se acaba la temporada. Este fin de semana ya no tengo partidos. Al menos, me
evitaré los atascos de Madrid los jueves. Y podré salir los sábados a salvo
de mi conciencia (y de mi cuerpo al día siguiente...).
Como hay pocos problemas de tráfico para volver a Madrid un domingo por la
tarde, el Alcalde corta la Castellana el 5 de junio para celebrar una fiesta
por 2012. Con un poco de suerte, será la última. Además, el día que tengo
entradas para la ópera. Espero llegar al Real con Felipe II todavía vivo (ya
sé que el que muere es su hijo, pero como el atasco sea un poco
importante...).
Nadie sabe explicar por qué la señal de Antena 3 que recibimos es la de
Castilla La Mancha, pero es todavía más difícil encontrar a alguien que sepa
dar razón de quién vela por que no se metan espontáneos en las frecuencias
asignadas. Para más inri, siempre eligen la hora del programa de Buenafuente
o la de los Simpson para interferir e impedir ver lo que interesa.
Si la gente está tan contenta con su vida de soltero que tiene que montar un
espectáculo para despedirse de ella, ¿para qué se casa? Más bien parece una
manera de celebrar tu propio funeral en vida. Parece que el concepto de
voluntariedad del matrimonio no acaba de calar en el subconsciente colectivo.
La cantidad de alcohol con que se riegan estos ritos de despedida debe de
atribuirse a sus supuestas propiedades exorcizantes, como nos muestran las
ceremonias del vudú; si se tratara de no recordar las burradas que se han
cometido durante la celebración, resultaría más sano y económico no
organizarla. Además, la gracia está en que sea el día anterior al trágico
evento, no un mes ni una semana antes. En caso de arrepentirse alguno de los
contrayentes (nótese que el matrimonio, al igual que las enfermedades, se
contrae, no se celebra), ¿habrá que repetir la despedida si vuelven a
programarse nupcias en el futuro o sus efectos son inmarcesibles? ¿Sigue
siendo soltero el interfecto aunque no se haya casado?
Sigo sin lograr que el color de las flores azuladas o violáceas se refleje
fielmente en las fotos. No sé si será porque la cámara es digital o por la
manera en que la planta genera ese color, pero quedan mucho más tristes que
en la realidad.
Sería de agradecer que se previera la necesidad de aparcamiento adicional
cuando se organiza la clausura del curso de las escuelas deportivas en el
Polideportivo Municipal, o celebrarla en sábado y no molestar a los que vamos
allí de ordinario. Otro detalle positivo es que se enseñara a los niños a
valorar la importancia de la higiene personal cuando se practica deporte,
pero ésa es otra historia.
Vale.